Post by |*|Mäêryx|*| on Jul 22, 2007 20:56:27 GMT -3
Lágrimas
* Titulo del fic: Lágrimas
* Summary(pequeña sintesis): -Te amo, Shaoran...- Se le había escapado la noche anterior.
-No, flor... no me amas...-
* Aclaraciones del Autor: Es un oneshot que escribi de CCS, la pareja Sakura & Shaoran. Espero no ofender a ningun fan de esta pareja(es mas, yo soy una fan de ellos dos xD los adoro...). No se lo tomen a mal o.o por favor.
Miraba, por la enorme ventana, el cielo encapotado. Llovería en cualquier momento.
Soltó un suspiro y bajó la mirada hasta ver su reflejo. Sus ojos verdes, que una vez reflejaron felicidad, jovialidad, pureza, inocencia, ahora se veían apagados, ocultos tras un velo negro de tristeza.
Aquella carencia de compañía, de cariño. Si, sentía mucho de aquel sentimiento. Soledad. Una enorme sensación de vacío le oprimía el pecho impidiéndole respirar, y el vértigo se hacia presente en su cabeza impidiéndole pensar con claridad.
¿Por qué? Se preguntaba mentalmente mientras posaba una mano sobre el cristal, para recorrer el contorno de su demacrado reflejo. Esta... esta persona no soy yo. Agregó mentalmente, para luego suspirar.
Se desconocía. No creía ser la misma Sakura Kinomoto que una vez fue. Y ahora era consciente de ello.
La muchacha inocente y alegre que una vez existió, se había ido para siempre. No volvería jamás.
-Uhmm...- Se quejó una voz dormida a sus espaldas, obligándola a voltear para ver. Se llevó una mano al pecho aliviada al ver que solo se acomodaba, y se volvió a verse de nuevo en aquel vidrio.
Se abrazó a si misma al sentir un escalofrío. La camisa de algodón rozaba con delicadeza su piel, como él lo había hecho la noche anterior. Tocando cada recodo de su piel desnuda, jugando con su cabello castaño, susurrándole cuanto la deseaba.
Pero...
¿Era eso lo que ella quería escuchar?
No, no lo era.
-Te amo, Shaoran...- Se le había escapado la noche anterior, consiguiendo que él detuviera sus caricias y besos, para poder mirarla, como si hubiese dicho una blasfemia.
-No, flor... no me amas...- Respondió él con un suspiro, para luego acomodarle el cabello. Un momento después, ya se había acomodado para descansar.
No podía entenderlo. ¿Cómo sabía él si ella lo amaba o no? O mejor dicho¿Por qué ella había sido tan tonta como para decírselo?
Sabía que el nunca le correspondería. Entonces¿Por qué seguía acudiendo cada vez que él la llamaba?
Era su muñeca. Un títere a la merced del titiritero que movía los hilos a su gusto.
Shaoran movía los hilos de su alma, jugaba con su corazón, y no parecía darle importancia.
Pero... él no tenía la culpa. Ella era la ilusa que albergaba alguna esperanza de que le perteneciera, de que él la amara de la misma manera en la que ella lo hacía.
Se preguntaba cuánto tiempo llevaba estando con él, como su amante. Apoya la frente contra el frío vidrio haciendo la cuenta. El día de la muerte de su padre se habían reencontrado. Luego de 10 años sin verse, sin hablarse.
¿Por qué habían dejado de dirigirse la palabra?¿Dónde había quedado el “Estaremos juntos siempre”?
Ya lo recordaba. Shaoran y ella habían sido novios de niños. Pero él había tenido que regresar a Hong Kong al poco tiempo, y, con su partida, se habían ido los sonrojos y las risitas tontas. Ser novios había sido solo un juego.
-Sakura... yo...- Había comenzado a decir ese atardecer de otoño sujetándole las manos, cuando ella se acercó para ayudarlo.
-Si... ¿qué pasa?- Preguntó ella con su típica y dulce sonrisa.
-Quiero... quiero decirte que... ¡Que tu me gustas mucho!- Exclamó él a todo pulmón para luego detenerse a mirar a una sorprendida ojiverde, quien solo pudo sonrojarse.
Sonrió levemente al recordar aquello. En las vacaciones de verano, ella le había correspondido. Pero... su amor solo duró ese verano hasta que el se marchó. Y luego siguió, hasta la primavera siguiente, por medio de llamadas telefónicas y cartas, las cuales cesaron pronto.
Él había prometido volver por ella, pero nunca lo hizo. Hasta aquella tarde tormentosa de septiembre. El día del velorio de Fujitaka Kinomoto.
Recordaba que ella estaba de pie junto a su hermano. Ambos vestidos de negro, bajo un paraguas, mientras escuchaban al sacerdote decir unas palabras sobre el difunto. Al terminar todo, ella giró para irse cuando lo vio. No se acordaba de cómo lo reconoció, pero lo había hecho.
-Shaoran...- Había soltado sorprendida de verlo allí. Ya no era mas el niño que recordaba. Era un hombre. Muy apuesto debía reconocer.
-Lo lamento mucho... Daidoujii me dijo.- Susurró él a modo de respuesta.
Sakura permanecía de pie inmóvil observándolo, para luego fijarse en su hermano quien le decía que la esperaba en el auto.
Esa noche, se quedó con Shaoran conversando, reconstruyendo viejos recuerdos. Esa noche comenzó todo.
No dejaba de preguntarse qué era lo que estaba haciendo. Él le había dicho que se había casado, pero a ella no le importó. En ese momento lo necesitaba. Precisaba sentir su calor, su contención. ¿Y ahora? Más que antes. Lo anhelaba a él.
Pero ella... era solo su muñeca.
Shaoran... Lo llamó mentalmente, para luego suspirar y voltear a mirarlo. Adiós, Shaoran... Concluyó la oración, para luego acercarse a la cama que habían compartido por dos años y sentarse con suavidad para contemplarlo dormir. Sería la ultima vez que lo haría.
Se mordió el labio buscando contenerse. No debía flaquear. Cerró los ojos y soltó un extenso suspiro calmando la opresión que sentía en el pecho.
Había tomado una decisión.
Volvió a fijarse en el durmiente ambarino, prontamente se inclinó sobre él y besó con suavidad su frente, sus sienes, sus mejillas, sus párpados y, finalmente, sus labios.
Voy a echarte de menos, Shaoran.
Se puso de píe y se vistió. Luego tomo un pedazo de papel, un lápiz y escribió una nota. Una de despedida.
Al terminar, no pudo evitar que las lagrimas se agolparan en sus ojos y, mucho menos, que algunas cayeran sobre el papel.
Se sobresaltó cuando escuchó un fuerte trueno, para luego ser seguido de pequeño sonido de la lluvia golpear contra el vidrio y el techo.
Se seco con pesadez los ojos y se agacho junto a la cama, mirándolo por ultima vez.
Luego de incorporarse, salió de aquel Pent house y rápidamente abandono aquel elegante edificio y al ambarino.
Contempló la construcción por ultima vez desde fuera, y continuó su camino, alejándose para siempre del ambarino, olvidando su corazón en aquella cama con sabanas de seda.
Se interrogaba mentalmente, que pensaría él al ver que ella había desaparecido. ¿La buscaría?
Sonrió con tristeza y negó con la cabeza. No lo haría.
Caminó bajo la ahora espesa lluvia, ignorando el frió que ahora le llegaba a los huesos. No le importaba. Nada le interesaba.
Todavía era una muñeca. Una vacía y triste muñeca.